Soy Juanita Ossa López, tengo 15 años y vivo en Bello Antioquia. Mi vida ha sido diferente a la de algunos, pues no siempre he sido de aquí. Inicialmente vivía en Yolombó con mi abuela y aprendí muchas cosas, entre ellas, “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” y estoy completamente convencida de que así debe ser. Muchas veces en la vida perdemos oportunidades por cosas que no tienen mucho sentido ni en nuestro presente, ni en nuestro futuro y perdemos tantas experiencias buenas, pero luego llego de marte y aterrizo en la tierra y veo que si las cosas no son fáciles debo asumirlas y tratar de cambiarlas.
Un día mi madre Danelly López Herrera llegó a casa con la noticia de un grupo juvenil en la cooperativa de mi hermano menor, Luis Miguel. La propuesta me interesó pero como quiero ser cantante y las clases del coro eran casi en el mismo horario, no ingresé. Tiempo después me salí del coro por cuestiones familiares y mi madre me volvió a insistir para que ingresara al grupo y así fue. Estaba no muy nerviosa, pues tiendo a ser muy sociable, pero daba nervios encontrarme con tantos jóvenes con los cuales quizás no me llevara bien, pero no fue así en lo absoluto. Al llegar solo conocía a una compañera y comencé a participar sin saber que encontraría amigos tan valiosos. Había una chica con ropa negra y un moñito y es lo más amable del mundo, dos chicos geniales que tienen una oratoria increíble y un criterio envidiable, son graciosos, amables, inteligentes y ahora son mis amigos. También habían más chicos, demasiados diría yo, uno baila genial, otro come tanto como yo, a otra le da cólicos, y así demás jóvenes con capacidades increíbles, todos son como mi familia.
Esta cooperativa, a la que un día entre asustada, ahora es como mi segundo hogar. Hemos conocido más personas y lugares, hemos ido a caminatas, realizamos obras sociales entre otras actividades.
Hubo un tiempo en el que hicimos actividades con los scouts y no solo conocimos su fascinante historia sino también que definitivamente ¡no tengo estado físico y lo peor es que no soy la única! En las reuniones regulares, que se hacen cada 15 días, hemos realizado pancartas expresando las cosas con las que nos sentimos identificados y veo que somos muy diferentes por dentro; también hacemos actividades de presentación y juegos de confianza, atención, para conocernos más y cosas por el estilo.
En el año 2016 celebramos el día del niño en una institución del municipio y nosotros ayudamos, aprendimos de logística y también que es muy difícil coordinar a los niños, sin embargo, fue una muy buena experiencia, es muy divertido estar con mis amigos haciendo cosas que nos hacen reír tanto, eso sí que nunca falten las fotos, esas si son sagradas.
Actualmente estamos en un curso de cooperativismo básico. Puedo decir que he aprendido más cosas de las que me enseñan en el colegio y quizás ¡hasta me he traumado un poco!, Explicándonos el profesor los colores de la bandera original del cooperativismo, creada por el precursor francés Charles Fourier, descubrí que resulta que el color no existe. El color es una sumatoria de frecuencias de onda que capta el ojo pero interpreta y decodifica el cerebro. Esto solamente es aplicable para la luz solar natural y no para la luz artificial y los pigmentos sintéticos. Definitivamente no lo asimilo pero como dice mi maestro Carlos Vega, quien nos da el curso, “dude de todo lo que le digan, dude hasta de lo que yo le diga, investigue y dese cuenta por usted mismo”. Este hombre es una maravilla, tiene dos perros que lo dejan cojo siempre que va al grupo. A nosotros nos gusta mucho estar escuchándolo, nos enseña de manera que pensemos por nosotros mismos y hasta nos queda doliendo la cabeza, definiendo conceptos, hasta que al fin encontremos una respuesta entre todos. Nos dice que el cooperativismo es bueno y nosotros como jóvenes, viendo la realidad de nuestro país y la del resto del mundo ya nos dimos cuenta.